A veces, vale la pena cerrar los ojos y dejarse
llevar por lo que dicta el corazón, aquel que palpita aceleradamente cuando te
recuerdo, aquel que te extraña en cada resalto que genera cuando pronuncio tu nombre
en mi mente, en silencio.
A veces, vale la pena lanzarse al vacío por un
segundo y dejar que sean los sueños los que se apoderen del momento. Soñar con
una mirada cómplice, con el suave roce de mis manos sobre las tuyas, dejar atrás las heridas por ese segundo… simplemente
dejarse llevar por el viento mientras volamos.
Si tan solo dejaras que fueran mis ojos los que
hablaran por mi, sabrías que a veces vale la pena entregarse a lo desconocido,
dejar que sea yo quien genere tus contradicciones, que robe tus momentos de
desconexión diaria, que sea yo quien genere tu descontento y tu aliento. Deja
que ese sea yo.
Buscarte como un loco entre las hojas vacías de
mi cuaderno me está matando. Encontrarte en cada canción, en cada frase, en
cada mirada perdida en lontananza taladra mis sentidos cuando tan solo necesito
vivir entre tus brazos. Si tan solo dejaras que fuese yo quien se roba tus
sueños, el que se queda impregnado en cada suspiro que regalan tus labios. Si
dejases, tan solo que sea yo.
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