Sueño
Y simplemente estábamos ahí. Nos habíamos alejado disimuladamente de la
gente y nos encontrábamos en ese callejón solos, a obscuras como dos vándalos a
punto de cometer una fechoría. Ahí estábamos y no dejamos de mirarnos a los
ojos. Por algunos segundos la escena se volvió intrascendente. Éramos tan
solo tú y yo después de mucho tiempo.
No dejé de mirar tus ojos ni por un instante. Te notabas decidida,
ansiosa, con deseos de abrazarme sin embargo algo nos hacía dudar en nuestras
convicciones. Algo impedía que el momento se se volviese fuego. Nos acercamos
lentamente y contra una muralla posé tu espalda y comencé a jugar con mi nariz
en tus labios, en tus mejillas. Dejé que mis manos recorrieran tu piel que
temblabla de nervios. Suavemente puse mis manos bajo tus muslos y lentamente te
levanté hasta que tu pelvis llegara a rozar mi pelvis. Nuestros sexos se
acariciaban lentamente mientras mis manos se deslizaban hacia tus glúteos para
sostenerte de mejor forma.
Comenzamos a besarnos lentamente, suave….sin prisa. Mi mano izquierda
deslicé y con ello pude liberar mi mano derecha la cual llevé a tus suaves
pechos. Se notaba que te gustaba. Tus pezones se pusieron duros y con las yemas
de mis dedos comencé a acariciarte lenta y fuertemente. Dejaste de besarme y llevaste
tus labios a mis oídos. Pasaste tu lengua lentamente y me pediste que llevara
mi boca a tus pechos, cosa que hice casi al segundo. Ahí mi lengua recorrió
cada poro de tus pechos.
Te
bajé suavecito al piso y llevé mi mano hacia tu sexo. Estaba muy
húmedo y tibio, con un espesor delicioso que me invitaba a sentirte cada
vez
más delicadamente. Jugué con tu clítoris y me encantaba sentir que te
estremecías mientras lo hacía. Te dejaste llevar por el momento, dejaste
que
fuera yo quien te llevara al cielo. Te toqué sutil y fuertemente, no fue
necesario introducir los dedos, solo con jugar con tu clítoris me
entregabas tu
néctar de placer. Pasaron unos minutos y tu cuerpo se estremeció contra
mi
cuerpo, el éxtasis se apoderó de ti y gemiste con ganas, intenso y
largo. Sin
gritar me regalaste un orgasmo delicioso.
Sentimos ruidos cerca, me miraste a los ojos y
te me escabulliste por el obscuro callejón. Entre las sombras de la noche te me
escapaste dejando atrás un momento de éxtasis que no podré olvidar.
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