lunes, 24 de junio de 2013

Sueño


Sueño

Y simplemente estábamos ahí. Nos habíamos alejado disimuladamente de la gente y nos encontrábamos en ese callejón solos, a obscuras como dos vándalos a punto de cometer una fechoría. Ahí estábamos y no dejamos de mirarnos a los ojos. Por algunos segundos la escena se volvió intrascendente. Éramos tan solo  tú y yo después de mucho tiempo.
No dejé de mirar tus ojos ni por un instante. Te notabas decidida, ansiosa, con deseos de abrazarme sin embargo algo nos hacía dudar en nuestras convicciones. Algo impedía que el momento se se volviese fuego. Nos acercamos lentamente y contra una muralla posé tu espalda y comencé a jugar con mi nariz en tus labios, en tus mejillas. Dejé que mis manos recorrieran tu piel que temblabla de nervios. Suavemente puse mis manos bajo tus muslos y lentamente te levanté hasta que tu pelvis llegara a rozar mi pelvis. Nuestros sexos se acariciaban lentamente mientras mis manos se deslizaban hacia tus glúteos para sostenerte de mejor forma.

Comenzamos a besarnos lentamente, suave….sin prisa. Mi mano izquierda deslicé y con ello pude liberar mi mano derecha la cual llevé a tus suaves pechos. Se notaba que te gustaba. Tus pezones se pusieron duros y con las yemas de mis dedos comencé a acariciarte lenta y fuertemente. Dejaste de besarme y llevaste tus labios a mis oídos. Pasaste tu lengua lentamente y me pediste que llevara mi boca a tus pechos, cosa que hice casi al segundo. Ahí mi lengua recorrió cada poro de tus pechos. 

Te bajé suavecito al piso y llevé mi mano hacia tu sexo. Estaba muy húmedo y tibio, con un espesor delicioso que me invitaba a sentirte cada vez más delicadamente. Jugué con tu clítoris y me encantaba sentir que te estremecías mientras lo hacía. Te dejaste llevar por el momento, dejaste que fuera yo quien te llevara al cielo. Te toqué sutil y fuertemente, no fue necesario introducir los dedos, solo con jugar con tu clítoris me entregabas tu néctar de placer. Pasaron unos minutos y tu cuerpo se estremeció contra mi cuerpo, el éxtasis se apoderó de ti y gemiste con ganas, intenso y largo. Sin gritar me regalaste un orgasmo delicioso.

Sentimos ruidos cerca, me miraste a los ojos y te me escabulliste por el obscuro callejón. Entre las sombras de la noche te me escapaste dejando atrás un momento de éxtasis que no podré olvidar.

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